1. Asignar un nombre al proyecto lúdico pedagógico.
2. De cada temática inventar para niños de preescolar y primaria:
a. Saludo.
b. Cuento.
TEMÁTICA
- Mi familia.
- Mi ciudad..
- Animales (salvajes y domésticos).
- Navidad.
CANCIONES
FAMILIA
Cada niño y cada niña,
cada uno con su signa.
Tiene un nombre personal,
y una familia especial.
En la mía esta es mi tía,
dos abuelos y tres primas,
cuatro tíos y un abuelo,
dos hermanos muy pequeños,
una hermana y un primo,
padre y madre a los que estimo,
un bebe y una muñeca,
con vestido y muchas pecas.
Cada una con la suya.
Yo la mía y tu la tuya.
Cada una diferente.
Cada una con su gente.
Mi familia es muy curiosa.
Muy alegre y numerosa.
Mi familia es todo un mundo.
Todo un mundo para mi.
ANIMALES
Mi pollito "amarillito".
En la palma de mi mano.
De mi mano.
Cuando quiere comer "bichitos",
él rasca el piso con sus "piecitos".
El aletea,
él hace pío, pío.
Pero tiene miedo.
Y es del gavilán.
CIUDAD
La rueda del autobús OIM, OIM, OIM; OIM.
La rueda del autobús OIM, OIM, OIM
por la ciudad La bocina BII, BII, BII; BII, BII,
La bocina BII, BII, BII
por la ciudad
Los pasajeros IUUPIII; IUUPIII; IUUPIII
Los pasajeros IUUPIII por la ciudad
El bebé en el autobús BUÁ, BUÁ, BUÁ; BUÁ,BUÁ
El bebé en el autobús BUÁ, BUÁ, BUÁ por la ciudad
La mamá SHHH! SHHH! SHHH!; SHHH! SHHH! SHHH!; SHHH! SHHH! SHHH!
La mamá SHHH! SHHH! SHHH! por la ciudad
Todos en el autobús van felices; van felices; van felices
Todos en el autobús van felices por la ciudad.
Mirando los bellos arboles
Y los grandes parques en los que jugaré después de la escuela
NAVIDAD
Hola a todos ¿cómo están en esta navidad?
Felices, y alegres porque cantaremos al niño Jesús
Hoy cantaremos, bailaremos
Y adoraremos al niño Jesús
Hoy cantaremos, bailaremos
Y adoraremos al niño Jesús
CUENTOS
FAMILIA
CUANDO NACEN LAS TORTUGAS
Amanda estaba emocionadísima. Habían tenido que esperar muchos días,
pero por fin, aquella noche nacerían las tortuguitas en la playa ¡y su papá le
iba a llevar a verlas!
Se levantaron cuando aún era de noche, tomaron las linternas, y fueron
a la playa con mucho cuidado. Su padre le había hecho prometer que respetaría a
las tortugas bebé, y que no haría ruido y obedecería al momento, y ella estaba
dispuesta casi a cumplir cualquier cosa con tal de poder ver cómo nacían las
tortugas. No sabía muy bien cómo sería aquello, pero había oido a su hermano
mayor, que las tortugas nacían en la playa a pocos metros del agua, y luego
corrían hacia el mar; y todo eso le pareció muy emocionante.
Agazapados y sin hacer ruido, sólo con la pequeña luz de una linterna
muy suave, estuvieron esperando. Amanda miraba a todas partes, esperando ver a
la tortuga mamá, y casi se pierde la aparición de la primera tortuguita. ¡Era
tan chiquitina! Se movía muy torpemente, se notaba que era un bebé, pero sin
esperar ni a sus hermanos ni a la tortuga mamá comenzó a correr hacia el mar.
Enseguida aparecieron más y más tortuguitas, y todas comenzaron a correr hacia
la orilla.
Ellos seguían escondidos y quietos, observando el bello espectáculo de
aquella carrera loca. Pero enseguida ocurrió algo que a Amanda le pareció
horrible: llegaron algunas gaviotas y otras aves, y comenzaron a comerse
algunas de las tortuguitas. Amanda seguía buscando por todas partes para ver si
aparecía el papá tortuga y les daba una buena zurra a aquellos pajarracos, pero
no apareció por ningún sitio. La niña siguió observando todo con una lagrimita
en los ojos, y cuando por fin las primeras tortuguitas llegaron al agua y se
pusieron a salvo de los pájaros, dió un gritito de alegría. Aunque los pajaros
comieron bastantes tortuguitas, finalmente otras muchas consiguieron llegar a
la orilla, lo que hizo muy feliz a Amanda.
Cuando volvían a casa, su papá, que había visto la lagrimita de Amanda,
le explicó que las tortugas nacían así; mamá tortuga ponía muchos huevos,
escondiéndolos en la arena, y luego se marchaba; y cuando nacían las
tortuguitas debían tratar de llegar a la orilla por sus propios medios. Por eso
nacían tantas, porque muchas se las comían otros animales, y no sólo en la
arena, sino también en el agua. Y le explicó que las pocas que conseguían ser
mayores, luego vivían muchísimos años.
Amanda se alegró mucho de aprender tanto sobre las tortugas, pero
mientras volvía a casa, sólo podía pensar en lo contenta que estaba de tener
una familia, y de que sus papás y sus hermanos la hubieran ayudado y cuidado
tanto desde pequeñita.
CIUDAD
AMIGUITOS DE LA CIUDAD
Andrés vino del pueblo cuando ya no quedaba nadie allí. Jamás había
salido de su querida aldea, pero intrigado por el hecho de que todos fueran a
la ciudad, decidió ir él mismo a investigar qué cosa tan maravillosa tenían las
ciudades. Así que preparó un hatillo con un par de mudas, sacó brillo a su
mejor sonrisa, y se fue para allá.
Nada más entrar tuvo un recibimiento inesperado. Un par de agentes le
detuvo, y le preguntaron hasta la talla de calzoncillos. Al final resultó que
Julián iba "sospechosamente alegre" para no tener casi nada, ni
siquiera venir de compras, pero finalmente tuvieron que dejarle ir, sin dejar
por un momento de sospechar de aquel tipo alegre y campechano.
Lo primero que llamó la atención de Julián en la ciudad fue la prisa.
Todos iban con tanta prisa que pensó que aquel día ocurriría algo tan especial
que nadie quería perdérselo, así que comenzó a seguir a un hombre que parecía
dirigirse allí. Pero después de varias horas siguiéndole, terminó en un pequeño
piso sin haber llegado a hacer nada interesante en todo el día.
Julián durmió en un parque. Aquel parque estaba lleno de papeles y
plásticos, y como las papeleras estaban vacías, pensó que lo genial de la ciudad
era que habían inventado plantas con flores de papel y plástico. Pero sólo
pensó esto hasta la mañana siguiente, cuando un hombre dejó caer el papel del
chocolate que acababa de terminar mientras caminaba tranquilamente entre
decenas de papeleras.
Andaba Julián tratando de enterder lo que pasaba cuando llegó a unos
grandes almacenes en los que entraba muchísima gente. "Esto debe ser el
mejor museo del mundo", pensó al ver la cantidad de cosas inútiles que
había allí. Pero luego vio que la gente cogía todas aquellas cosas, pagaba por
ellas y se las llevaba. "¿Para qué querrá nadie un reloj en el que no se
ven los minutos?" se preguntó al ver cómo una mujer salía toda contenta
con un reloj modernísimo en la muñeca, y lo mismo pensó de unos zapatos con los
que sería imposible caminar y un aparato electrónico que hacía mil cosas pero
ninguna bien.
Nuevamente, decició seguir a la mujer del reloj, para comprobar
desilusionado que su gran alegría se tornó en decepción en cuanto sus amigas
vieron su flamante reloj con gesto de desaprobación. Julián comenzaba a sentir
pena por haber dejado el pueblo y llegar a aquel sitio donde habiendo tanta
gente nadie parecía feliz.
Entonces vio a unos niños jugando. Ellos sí parecían estar alegres,
correteando y persiguiéndose; excepto uno que andaba liado con una maquinita a
la que llamaban consola. La golepaba fuertemente con los dedos, poniendo todo
tipo de gestos enfurecidos, y cuando alguno de los otros se acercaba para
invitarle a jugar con todos, le alejaba con malos modos. Julián pensó que el
niño trataba de destruir aquella maquinita que le hacía tan infeliz, y decidió
ayudarle; se acercó, tomó la maquinita, la arrojó contra el suelo y la pisó,
mirando al niño con gran satisfacción.
El niño montó en cólora, y no sólo él, sino sus amigos y casi todos los
mayores que había por allí. Tanto le acosaron, que tuvo que salir de allí
corriendo, y ya no paró hasta tomar el camino de vuelta al pueblo. Y mientras
regresaba, no dejaba de preguntarse si todos se habrían vuelto locos...
ANIMALES
EL PERRO BOMBERO
Labrador es un perro negro como la noche y el color de sus ojos es
ámbar. Alguien del lugar conocedor de razas de animales al ver al perro un día
dijo: “Este perro es un Labrador”.
Al parecer a nuestro amigo le gusto el nombre y desde ese momento en
adelante siempre que le llamaban por “Labrador” allí estaba.
Al caminar lo observaba todo y si algún anciano quería cruzar la calle
allí estaba el bueno de Labrador para detener el tráfico y cruzar al viejecillo
al otro lado.
Es un gran perro, bueno e inteligente. Decían los vecinos del lugar
pero así y todo nadie lo había adoptado aún. Labrador no tenia dueño, vivía en
la calle y comía de lo que algún buen samaritano le daba.
Eso sí, siempre dormía en el mismo sitio, bajo un gran árbol de
Framboyán que crecía enorme frente al cuartel de bomberos.
Siempre le había llamado la atención aquel lugar donde de buenas a
primera tocaban la alarma y todos los bomberos que allí trabajaban corrían a
ponerse sus cascos, capas, botas y montar en aquellos carros enormes para luego
salir como alma que lleva el diablo por las estrechas calles de la tranquila
ciudad.
PERRO LABRADOR
Muchas veces había querido entrar para husmear pero nunca le dieron la
oportunidad, siempre alguno de los bomberos que allí estaba lo sacaba
diciéndole.
__Este no es lugar para ti Labrador, aquí estas estorbando, en
cualquier momento tenemos que salir por una llamada urgente y ahí estas tu
atravesado.
Un día voy a entrar y allí me quedaré- Se decía el buenazo del perro
cómodamente acostado mirando hacia el frente del cuartel de bomberos.
De pronto, medio dormido como estaba sintió que un estruendo de sirenas
alborotaba el lugar.
Corrió y vio como los bomberos rápido cogían sus capas, botas y cascos
poniéndoselos para montar en los carros que ya estaban listos para partir.
Velozmente cruzó la calle y subió a uno de los carros y se escondió cuán grande
era bajo unas mantas que allí había.
Allí quedó tranquilo, casi ni respiraba para que no lo descubrieran.
Inmediatamente sintió cómo los carros partían tocando las bocinas por
las estrechas calles de la ciudad, Labrador iba muy asustado, nunca se había
montado en uno y menos de ese tamaño.
Llegaban al lugar, rápido los bomberos bajaban de los carros y alaban
las mangueras para conectarlas a una bomba que allí en la calle había y así
poder sofocar el fuego que como una gran boca quería devorar el edificio de
apartamentos.
Las lenguas de fuego cada vez eran mayores y los bomberos no lograban
controlar las llamas.
Labrador salió veloz de abajo de la colcha y vio que muchas personas
gritaban parados en la acera frente al edificio.
El perro fijó sus ojos amarillos en una mujer que con dos niños sujetos
a su ropa lloraban desconsolados, ella le pasaba la mano por sus cabezas y los
apretaba contra su cuerpo.
El noble perro se dijo: Algo está sucediendo con esa señora, su llanto
es debido a algo – Se acercó cauteloso hacia donde estaba la madre de los
chicuelos y escuchó cuando le decía a uno de los bomberos.
__ ¡Por favor salve mi pequeñito que está dentro del edificio! En el
segundo piso.
__Señora, estamos haciendo todo lo imposible por salvar a su pequeño
pero las llamas cada vez son mayores.
En ese mismo instante Labrador salió corriendo y adentrándose al
edificio en llamas salió a buscar al pequeñín.
Todos afuera estaban asombrados.
__Miren es el perro que siempre esta deambulando por la calle donde
está la estación de bomberos.
___ ¿Qué irá hacer ahí dentro? de verdad ese perro se volvió loco
-decía uno de los bomberos.
Mientras, Labrador saltaba entre los maderos en llamas tratando de
llegar al segundo piso y así poder rescatar al bebe a costa de su propia vida.
En el segundo piso Labrador corría y olfateaba para ver donde estaba el
pequeñuelo, los maderos incendiados caían a su alrededor.
De pronto, escuchó un llanto, ya tenía localizado al niño, corrió y
empujando la puerta con todas sus fuerzas de perro bravo la abrió, allí estaba
acostado en su camita llorando. Salto sobre la cama y con sus patas y hocico
tapo a la criatura haciendo un bulto el cual mordió y salió con el lo más
rápido que pudo.
El apartamento ya estaba en llamas por todas partes.
Habían pasado cinco minutos desde que nuestro amigo entrara al
edificio.
Los que estaban fuera esperando que el perro saliera le parecían horas.
Todos pensaban que el bueno de Labrador había muerto, la mamá de los chicos
seguía llorando desconsoladamente. Cuando de pronto, por una ventana salía una
sombra negra como una flecha. “Era Labrador”
__ ¡Ahí viene el perro! Miren, está vivo y trae algo en la boca.
Todos se acercaron para ver que traía entre sus fuertes dientes.
El animal puso con mucho cuidado su preciada carga en el piso y se
quedo parado al lado de ella. Cuando revisaron la manta vieron con asombro que
Labrador lo que traía era al pequeño bebé envuelto.
__ ¡No puede ser! ¡Es un milagro! Ese perro ha salvado la vida de mi
hijo. Decía la mamá de los niños llorando.
Nuestro salvador estaba con algunas quemaduras en sus patas y lomo.
__ ¡Qué perro tan valiente! (El que así hablaba era el jefe de los
bomberos que muy asombrado no sabía si pasarle la mano al perro o ver al bebé
que sonriendo y lleno de tizne se reía con su mamá, sin saber el peligro tan
grande que había corrido si no llega a ser por el bueno de Labrador)
Mientras tanto el perro era acariciado por todas las demás personas que
allí se encontraban.
Un niño como de unos diez años le trajo agua, el pobre perro no paraba
de toser.
El paramédico de la ambulancia ayudaba a dar oxigeno a muchas de las
personas que estaban con falta de aire por el humo aspirado en el lugar.
Al ver al canino dijo:
__Tráiganlo aquí, bien se merece que se le de un poco de oxigeno y le
vea las quemaduras porque se a portado como todo un héroe.
Todos gritaban y decían:
__ ¡Si, que lo atiendan, si no es por él, el niño de Natalia hubiera
muerto!
Caía la noche, lo que quedaba del edificio era polvo y humo, desolador
estaba el lugar, muchos tendrían que ir a un albergue y tratar de ver cómo se
las arreglarían al otro día y los venideros.
Labrador había sido curado y los bomberos se lo llevaron con ellos a la
estación. Estaba feliz, estaba donde quería estar. “Dentro del cuartel de
bomberos”
Labrador pensaba: Qué feliz soy, todos me miman y me respetan, soy uno
más de ellos, ya no seré ese perro que deambulaba por las calles sin un lugar
donde vivir, de ahora en adelante trabajare como bombero, ese era mi sueño.
En ese momento Ramón se acercaba donde estaba el perro acostado y le
dijo.
_ Sabes, eres un perro valiente y arriesgado. Lo que no hicimos
nosotros lo hiciste tú con valor y esfuerzo. Podrás quedarte aquí para siempre.
Así pasaron las semanas y Labrador ya estaba sano de sus quemaduras.
Ese día había mucho movimiento en la estación. Los bomberos reían, iban
de un lado a otro y preparaban en la parte de enfrente una tarima.
Darían una gran fiesta, ponían globos y cintas.
¿De quién será la fiesta? No he escuchado nada, así que no sé para
quien estarán preparando este festejo. Seguro será para alguno de los bomberos
que cumple años. Esperemos a ver qué sucede más tarde. Eso era lo que Labrador
pensaba.
Entrada la tarde, el jefe de bomberos mandó a salir a todos al patio y
algunos de los vecinos cerca de la estación fueron también para ver el gran
acontecimiento que allí se iba a dar.
Labrador se hecho en una esquina y desde allí no se le escapaba lo más
mínimo.
De pronto subió el jefe de los bomberos a la pequeña tarima que
improvisaran y mandando a callar a todos dijo.
__Hoy es un día especial para todos nosotros en esta unidad, vamos a
poner la medalla de héroe destacado al bombero más arriesgado y valiente de la
estación. ¡Queremos que todos los aquí presentes presten atención!
Y sacando de una cajita la medalla con una cinta roja azul y blanca
dijo.
__Un pasó al frente bombero Labrador.
El perro no lo podía creer, estaba confundido. ¿Había escuchado bien?
¿Lo habían llamado a él? Ramón llamo al animal y le dijo.
__ ¡Arriba Labrador, no te hagas esperar, es contigo!
Enseguida el perro fue hacia donde el capital y subiendo a la tarima se
sentó para que le pusieran en su grueso cuello la medalla de héroe.
Todos aplaudían y daban vivas a Labrador.
El bombero alargo su mano y el perro levantando su pata delantera la
puso arriba de la mano del jefe de los bomberos.
Todos los demás aplaudían en muestras de alegría, soltaron los globos y
acariciaban al perro que muy contento y feliz se paseaba por toda la estación
con su medalla al cuello.
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